lunes, 8 de enero de 2007

El país de las colonias

Alguien muy, muy querido para mi escribió en una ocasión este texto, me lo envió y me gustó. Más tarde me comentaba que en su país de las colonías estaba yo, y fue fantástico habitarlo con él. Se que llegará a ser un buen escritor, tiene mucho dentro de él y lo va dando poco a poco, se esfuerza y lo va a conseguir. Deseo que lo logres Javier!!

EL PAIS DE LAS COLONIAS


Yo quiero vivir allí. Llega la Navidad, y con ella, los anuncios de colonias. Tan elegantes, ellos. Tan sofisticados, tan fashion, tan asépticos y tan metálicos. Es algo fascinante. Siempre me quedo con cara de bobo ante la pantalla, preguntándome cómo será la vida en el país de las colonias. Y siempre me ha dado una envidia punzante. Yo quiero ir allí. Quiero vivir allí. Quiero que me empadronen, que me acepten sin papeles, me den permiso de residencia o que me hagan hijo adoptivo. Lo que sea.

En el país de las colonias, el clima suele ser benigno. Habitualmente brilla el sol, aunque parece ser que a juzgar por la actividad de sus habitantes, es posible que la noche dure algo más que el día. Casi nunca llueve, y si lo hace, siempre te pilla tras los preciosos ventanales que dan a Central Park, en el precioso apartamento neoyorkino. Y mira que cosas, tu precioso-a chico-a, también libra ese día. A juzgar por la indumentaria de sus ciudadanos, no suele hacer rasca, ni bochorno, ni calima, y si algo de esto pasa, los sistemas de climatización son potentes e infalibles.

Son políglotas, y aunque no se porqué, les gusta hablar francés. Cuando hablan, porque la verdad es que más bien hablan poco. Ni falta que hace. No existe la mala pata. Por ejemplo, jamás te puede cagar una paloma encima, o tropezar con el bordillo y darte de morros, o pinchar una rueda. Los habitantes del país de las colonias, se alimentan a base de bífidos activos y de partículas L-Casei-inmunitas, y claro, así cualquiera. Ni caries ni sarro. Y no existe la ortodoncia, para alegría de los papás y de los niños, que no tienen que llevar la cadena de la bici en la boca.

Tampoco hay enfermedades molestas y vulgares, como los orzuelos, los esguinces, la rinitis o la hipermetropía. Y como todos ya habréis adivinado, jeje, no existe el dolor de cabeza, ni migrañas, ni cefaleas. No hay que trabajar. En todo caso, subirte en un taxi de vez en cuando y bajar por la escalinata de Wall Street. Pero nada más.

La pasta se la gastan en lencería fina y en mobiliario minimalista, pero son superfelices y se conforman con poco. Se diría incluso que son seres espirituales. Por supuesto, se han erradicado las manchas rebeldes, los puños gastaditos, la prueba del algodón, los atascos, las hipotecas, los discos de Georgie Dann y el carrusel deportivo, más propios de civilizaciones primitivas. Y los de Corporación Dermoestética, se limitan a hacer máscaras de carnaval.

Cada vez que llega la Navidad, los anuncios de colonias sin aroma incorporado, me dicen que ese país existe, y que yo solo lo conozco de oídas. Y cada vez que paso por la puerta de una agencia de viajes, me dan ganas de entrar y comprar un billete de ida.

Alguien se apunta?

Javier

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