
Es evidente que estoy divorciada, y aún no es tiempo de hablar de ello aquí, pero sí de comentar que los niños, evidentemente, no tienen la culpa de nada y que por ellos merece la pena el sacrificio de soportar a la otra parte. Ver la cara de felicidad de mis hijos me compensa de todo, eso es una realidad que la madurez personal y el tiempo transcurrido me permiten asumir.
Hubo un momento triste en esta celebración, al ver como su padre, en un momento dado, dejaba de lado a mi hijo por estar con los de su pareja. Fue algo inconsciente (espero!) y me dolió ver la carita de mi hijo. A pesar de todo, mi hijo y sus amigos se lo han pasado como lo que son, unos enanos felices.
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