domingo, 27 de enero de 2013

Fragilidad


Cuando era niña veía a mis padres y deseaba ser grande, segura, decidida y sin preocupaciones, tal y como les veía a ellos. Siempre pensé que con la edad se cambia, se mejora y se afianza uno en sí mismo. Es cierto, lo hacemos, crecemos y aprendemos cada día, pero, de alguna manera, nunca dejamos de ser los niños que fuimos. No sólo porque sigamos teniendo capacidad de asombro, la risa o la ilusión, sino porque a veces nos sentimos como entonces, pequeños, frágiles…

Y así me siento yo a veces. En alguna ocasión lo he dejado escrito en este blog, las personas que me van conociendo me perciben fuerte, segura, no sé si decidida, pero sí con las ideas claras. Soy consciente de que para muchas cosas soy así, pero no para todas. Y por eso, cuando llega la noche y me acuesto me siento frágil, sola, sin fuerzas para seguir afrontando las miserias de la vida.

A veces me sobrecoge que me perciban así, porque yo me siento muy pequeñita en la cama con mi soledad, y me pregunto de dónde sacaré las fuerzas para seguir decidiendo lo que tengo que hacer, de dónde obtendré el aliento necesario para no dejar de encontrar sentido a la vida.

Sí que debo ser fuerte, sí, porque sigo cada mañana despertando, sonriendo  y caminando hasta la noche…

2 comentarios:

Woodman dijo...

Simplemente eres grande

Salomé dijo...

Tú me haces así. Te quiero mucho, que lo sepas. Besossss