domingo, 2 de diciembre de 2007

Amistad




Creo que hoy en día no se busca tanto tener amigos de verdad como a alguien que nos escuche, a alguien que nos preste un poco de su tiempo para permitirnos el desahogo de nuestro corazón y nuestra mente. Esa sensación de soledad es tremenda, la noto en todos los ambientes y medios en los que me muevo. Y yo la primera, que conste, pues esto no pretende ser una crítica sino constatar un hecho.

Tan solos estamos que necesitamos una oreja para contar nuestras penas? Es cierto que a un desconocido se le cuenta no más, sino quizá mejor lo que nos ocurre, nuestras carencias, que a alguien más cercano y del que podríamos temer que nos juzgara equivocadamente. Y mucho más por los medios actuales de internet en chats, donde el anonimato es casi total.

En este sentido, me ocurre que, a veces, se aprovechan de mi capacidad de escuchar, de empatizar con el otro, del clima de confianza que se genera de inmediato entre ellos y yo. De todo esto me siento orgullosa, pero en ocasiones me gustaría no tenerlo, o quizá sea mejor decir que me gustaría no implicarme tanto, estoy segura de que sufriría menos.

A veces mi propio egoísmo me ha llevado a refunfuñar porque no me escuchaba aquel al que había escuchado. Hoy ya no, valoro lo que tengo. Me siento bien conmigo de esta manera. Respeto los tiempos y las maneras de cada uno, sin dejar que me dañen, y valoro los momentos que compartimos sin pedir más.

Lo mejor de todo esto es que aprendo, que me doy cuenta de que puedo hacer mucho bien sólo escuchando, dando un poco de mi tiempo al que lo necesite. Puede ocurrir que pasito a pasito sí que se construya la amistad, creo que auténticas pues son las que nada piden y todo dan, y cuando eso ocurre es un tesoro que llega a mis manos y que debo cuidar con cariño.

No hay comentarios: