lunes, 2 de junio de 2008

De viaje

Sí, el domingo me fui de viaje, no gran cosa podría parecer, pero estuvo muy bien. Os cuento. Mi hija cumplió 18 años en mayo, y sus amigas y amigos de clase le regalaron entre todos dos entradas para el concierto de Bon Jovi en Barcelona. Evidentemente, pensó en una amiga suya para ir al concierto y no en su madre (osea yo) que disfruta con el grupo, que se tararea todas (o casi todas) las canciones, y que tiene la suerte de ser su madre (en este caso la desgracia). Así que, efectivamente, iría con una amiga, pero como soy como soy, no me hacía gracia dejarlas ir solas, y allá que me fui de acompañante.
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El viaje en tren un espanto, todo el vagón (menos yo, sniff) iba al concierto, todos tarareando, cantando a gritos, algún que otro mal educado aprovechaba los silencios para poner el móvil a toda pastilla con el partido de fútbol y los alaridos que dan los periodistas que los retransmiten. Y no eran jovenzuelos, no, los 40 ya no los cumplían! Así cinco horas, de verdad que fue como una pesadilla. Afortunadamente, llegamos al hotel muy bien, sin problemas, tal y como me habían indicado.
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A las seis abrían las puertas del Estadio y, claro, había que llegar con tiempo para poder entrar con tranquilidad. Quedé con un amigo y las llevamos, puro nervio, histeria casi en estado puro, juventud divino tesoro!! A las 23.30 las recogí y nos fuimos andando hasta el hotel, un paseo que las terminó de agotar (yo estaba rota por todas partes, pero aguanté como pude para dar buen ejemplo). Esta mañana, de nuevo al tren, otras cinco horas que se me han hecho eternas, ellas durmiendo felices y contentas, y yo sin saber cómo ponerme ya al cabo de tres horas. El vagón en silencio, excepto por el móvil de un viejecillo la mar de solicitado, ya que no paraba de sonarle.
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Hemos llegado a casa agotadas pero contentas, mi hija por su concierto, su viaje, feliz de lo que ha vivido, con sus fotos (tomadas sin permiso, claro), la música aún resonando en su cabeza. Y yo inmensamente feliz de verla así. Ha merecido la pena el viaje, los ruidos, los gritos, el agotamiento, todo, por contemplarla radiante, contenta, desbordante de alegría. Uno de sus sueños ha podido cumplirse, ojalá todos fueran posibles.

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